Tras más de un año (que se escribe pronto) de confinamientos, estados de alarma, pánico e histerismo colectivo, toques de queda, represión, opresión, restricciones... en definitiva, tras más de un año de distopía generalizada, me decidí a coger un avión. Lo medité mucho, ya por cuestiones sanitarias como legales y morales, pero después de ver como nos han mangoneado al servicio de los intereses -para nada médicos- y cómo nos manipulan tanto a nosotros como a la información expuesta, llegué a un hartazgo que me dio el empujón decisivo para irme. Responsabilidad y moralidad no siempre van de la mano con legalidad (y menos las leyes impuestas en espaÑa, cuál más negligente) ni son el delimitante de la mía. Y sinó que se lo digan a los que pillan el metro en Barna. Más responsabilidad individual y menos gilipolleces, parfavar, qué necedad! Así que tras de 12 horas de vuelos cual mujer pegada a una ffp2, peticiones de infinidad de papeles pcr, seguros, y mil mierdas más, pisamos ...